lunes, 29 de febrero de 2016

Hay Amores...Por Ecos del pasado




Hay amores que son como la droga.

Al principio, cuando le conoces todo es maravilloso.
es algo nuevo, dulce y excitante a la vez.
Y te preguntas cómo es posible que sólo sea ahora que lo conoces.

Después... después empieza el torbellino.

Sin darte cuenta, piensas en él cada día. Y cada noche.
Te preguntas dónde está, le echas de menos.
Sólo eres capaz de hablar de él a tus amigos,
su nombre está siempre en tu boca.

Cuando os veis tu mundo vuelve a llenarse de colores,
su cálido abrazo es tu refugio, y su voz tu remanso.
Cuando os despedís sientes pena e impaciencia por la próxima vez,
contando los días, las horas.

Luego... luego viene la obsesión.

Lleváis varios días sin veros, tal vez un par de semanas,
y te desespera.
No te atreves a forzarlo, ni a preguntarle demasiado,
por miedo a que huya cuando apenas le tienes.

De día sientes ira, de noche melancolía,
lloras, gritas, te descontrolas.
Y cuando os veis tu cuerpo cansado ya no sabe cómo reaccionar,
si de gozo o terror, por si no vuelves a verle más.

Entonces... entonces llega el horror.
 

Ya no confías en ti, en él, en nadie.
Las horas transcurren lánguidas y él tarda en llegar de nuevo.
Ya no lo quieres, ni lo odias, pero lo necesitas desesperadamente.

Sientes el corazón en un puño, agitado e inquieto,
y todos los días son igual de grises si no aparece él.
Tus amigos ya no te reconocen, tu familia se siente frustrada.
Y tú te perdiste en la marea de emociones que te hunden, por los vaivenes del miedo y la esperanza.

Tras esto... tras esto sólo quedan noches oscuras.

No hay escapatoria. Quieres olvidarle,
desprenderte de su aroma, de su voz, de su calor.
Pero sabes que no puedes.
Es demasiado intenso, demasiado fuerte.

Al final... al final, lo sabes: mueres de amor, literalmente.

Por Ecos del pasado


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