lunes, 9 de noviembre de 2015

Cielo e infierno



No creo en esa divinidad, por supuesto creo en el mal porque no lo dejo de observar, el bien es más difícil de encontrar.

Nunca pude soportar esos sitios inventados para asustar, el cielo en el cual todos los buenos pueden entrar o ese lugar donde por el infinito arderás.

Dentro de mi, donde nadie lo puede notar ya existe un paraíso terrenal pero también un lugar donde el dolor llega a atrapar y cuesta mucho escapar.

El cielo es cuando nada me llega a ahogar, sentir la completa libertad y mi corazón no deja de galopar.
El cielo es el poder de tus abrazos sin que nada nos pueda separar.
El cielo es sostener a ese recién nacido, su olor y su sonrisa a una nueva realidad.



Pero hay una contrapartida porque la vida se suele equilibrar.

El infierno es cuando llega la oscuridad, esa soledad que atosiga y no parar de pensar.
El infierno es cuando el amor se va y este cuerpo se queda vacío sin capacidad de expresar.
El infierno no es más que esa culpabilidad que no puedo soportar.

Entre el uno y el otro es la forma de evolucionar, algunos días me podré perdonar y otros arderé hasta el final.

El calor de ese abrazo que a veces no puedo soportar.

Esa culpabilidad hace que me pregunte si merezco que me puedan amar.

La luz que desde la oscuridad es fácil de observar, notar el calor que transporta pero me escondo una vez más por esa maldita culpabilidad.

El cielo es perderme en el sueño que alguien en algún lugar pudo tener y que puedo notar.
El cielo está lleno de ángeles que pasan a mi lado en este caminar, el infierno es que decida no admirar la belleza angelical.
El cielo es poderme de nuevo admirar, estar en paz. Salir al mar a navegar e ir a la deriva para ver donde puedo llegar.

El cielo es estar sentado en mi lugar especial y en el silencio escuchar el sonido natural. Hablar con la naturaleza porque ella es sabia de verdad.

El cielo es lo que deseo atrapar, ese estado del que no quiero escapar, entrar y no abandonarlo jamás.

El infierno es recordar las veces que me pude dañar, tener tanta memoria que me llego a odiar.

El infierno es cortarme las alas antes incluso de echar a volar, esas alas que mi mente a veces me llega a regalar.

El infierno no deja de atrapar, te apresa cuando decides olvidar lo que puedes desear y aquello a regalar.

El infierno es nunca poder olvidar el daño ocasionado a los demás. Como mío propio lo llego a asimilar.

El infierno es terrenal y ocupa el espacio que quedó vacío cuando eche a arder sin parar.

¡Pero veras!, no hay nada igual que poder viajar en mi interior a ambos sitios sin fronteras que me puedan frenar.

Cuando estoy en mi cielo particular aprovecho para volver a ser parte de lo que llego a desear.

Cuando el azufre vuelve a arder y me ahoga de verdad me vuelvo a destruir y me vuelvo a formar como en una espiral.

El secreto está en aprender de esos dos estados que no dejan de ser mentales nada más.

Coger las riendas de ese dolor, mezclar los dos estados y crear un coctel especial.

No huyo de la cosas que me hacen estar en el suelo y la realidad porque mi ego a veces me llega a superar.

Soy humano imperfecto pero quiero avanzar hacia una plenitud y unas ideas que me ayuden a ser mejor y especial.

No quiero ese miedo que me llega a atemorizar y me convierte en un chiquillo con el que pueden jugar.

Debo refrenar esa valentía natural que vive en este corazón que siempre desea algo más pero que a veces hace que me vuelva a estrellar.

El cielo no es más que un estado mental.

El infierno pasa por el dolor que no puedo olvidar.

Buscando la mezcla perfecta aquí, en esta soledad que me puede ayudar.

Cuando puedo estar solo de verdad, ahora es el momento que el aprendizaje me puede apoyar.

El cielo y el infierno en los que vivo, los viajes que me llevan de un estado a otro son los que debo pagar.

Existe un barquero al que todos debemos pagar, un alma te ayuda al transito entre cada lugar.

Cobra con sonrisas y las lagrimas que llegas a derramar.

Guarda las que puedas atrapar para poder viajar.

El cielo es esa sonrisa que no logro olvidar.

El infierno es esa forma de gritar.

El cielo es sentirme libre de verdad.

El infierno es sentirme atrapado en este lugar.

Cielo e infierno en el que me puedo evaluar y decidir que deseo en realidad.


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