miércoles, 21 de octubre de 2015

El niño triste


Hijo de panadero, la madre de la casa se tenía que ocupar. Llegó cuando ya no esperaban nadie más a sumar, la esperanza de tener esa fortuna no residía ya en ese hogar.

El despertar de aquella nueva vida no fue diferente a las demás. Dolor pero llenos de felicidad, era deseado de verdad.

En la cuna sin nada que mostrar. No había sonidos que aquel bebé quería mostrar. Sus sueños ocupaban la mayor parte de su tiempo nuevo entre aquellos que le amaban de verdad.



Esos padres se comenzaron a preocupar, tal vez no era normal. Pero en aquella época donde los caballos tiraban aún en la sociedad era muy difícil tener médico y poderlo pagar. Decidieron amarle pese a lo que parecía una cruda realidad.

Los matasanos de la época poco podrían hacer más que enterrar a un ser que podría ser especial, decidieron que lo tenían que ocultar. Esperar que la solución llegara en el tiempo que debían esperar.

Después de tanto tiempo esperando a ese niño no podían dejarlo escapar, amor de verdad. Nunca lo sintieron igual.

Creciendo dentro de la normalidad, aquel bebe al año aún no sabia lo que era caminar. La comunicación no estaba entre su cosas a priorizar. La crueldad de la sociedad le impuso un mote, la gente hace eso si no entiende lo que puede observar. “el niño triste” le comenzaron a llamar.

Su cara cuando a los 3 años llegó era realmente de tristeza, no lo podía ocultar. El que no supiera hablar hacia que aquello no se pudiera olvidar. La pena parecía poseer el alma pura que aún tenia que gestionar.

Un abrazo jamás llegó a dar y los que recibía de aquellos padres no los sabia asimilar, la verdad es que estaba insensible a todo lo que le podía rodear.

“El niño triste” que al colegio tenia que empezar y en su historia no había mucho que contar. Horas en la intimidad de aquel hogar que no le llegaron a molestar, se notaba el amor de verdad.

El padre pocas horas al día disfrutaba de verdad como los momentos que podía a ese niño enseñar, su gran pesar era que no llegaba a saber si lo llegaba a entender y mucho menos asimilar.

El tiempo que creían que debían esperar parecía no dar los frutos que se podían esperar, aquel niño aún no se llegaba a expresar. “el niño triste” que en su caminar podías observar la mano de la tristeza que le podía apresar.

Nada de que hablar, nada que decir que pudiera a esos padres aliviar. El profesor ya no sabía como hacerle reaccionar. Tal vez no tenía nada que contar.

Burlas de la sociedad, aquellos niños que crecían a su alrededor tenían miedo de lo extraño de aquel niño y porque no quería jugar.

Soledad, siempre solo le podías observar en cualquier parte del pueblo en el que había nacido a la realidad.

“El niño triste” si que sabia leer, escribir y redactar. La pregunta es si simplemente no quería hablar, parecía comprender lo que le rodeaba y le hacia avanzar.

Llegó la pubertad y aún nada que decir, nada en lo que conversar. Aquellos días que empezó a trabajar haciendo el pan, mano a mano con el artesano que la vida le llegó a dar.

Aquel día salió a caminar, hacia la plaza donde los niños solía jugar. Contaba con 16 años por aquel entonces y le encantaba salir a pasear. Pero ese día resulto especial.

A la plaza del pueblo acababan de llegar unos vendedores de aquellos que no paraban en ningún lugar. Sin miedo, porque no lo tenía desde tiempo atrás, se acerco para observar.

Tras la puerta del carromato aquellos ojos por primera vez pudo divisar y una sonrisa en su rostro no pudo frenar.

“El niño triste” por un momento dejó de estar de estar triste en la plaza que era parte de su hogar. Los pocos que lo vieron corrieron hacia donde se hacia el pan y podérselo explicar a aquel padre que no podía creer lo que le acababan de contar

Dejó la tienda atrás y corrió hacia el centro del pueblo donde estaban todos esperando otra sonrisa de aquel que jamás las pudo regalar.

Cuando llegó “el niño triste” ya estaba frente a esa niña de pelo largo y una hermosura especial. "el niño triste" no lo era en realidad, solo que no encontró lo que le podia hacer reaccionar.

La sonrisa no había caído de aquellos labios que siempre tenia que apretar, sus ojos llenos de felicidad por primera vez desde que llego a este lugar.

“El niño triste” no lloraba ya, dejo atrás aquella triste realidad. La niña que jugaba con su muñeca rota y a la que su padre miraba con ojos de no llegar a creer lo que podía admirar.

Los padres hablaron de su caminar, de como aquella niña jamás había dicho nada, de cómo no se expresaba y comprendieron que los dos tenían el mismo caminar.

Años creyendo que esos niño no eran más que unos seres especiales para la vida que les tocó por primera vez al respirar, se contaron sus dudas y llegaron a llorar al verlos reír y disfrutar.

Parados ante algo que parecía especial, admirando todos los que habitaban el lugar como “el niño triste” lo dejó de estar.

-“Te esperé aquí por mucho tiempo”

La voz de “el niño triste” por primera vez sonó hacia los demás. Caras atónitas ante las cosas que llegó a ocultar, realmente podría hablar.

Ese padre no entendía lo que pasaba en aquel momento, en aquel lugar. Pero a aquellos pajarillos especiales no querían molestar.

Cabía la posibilidad de que se volviera a ocultar.

Ahora es parte de la leyenda que se debe de contar, tal vez nunca sepamos la verdad pero aquel niño encontró lo que esperaba desde tiempo atrás.

Las buenas lenguas del lugar cuentan que jamás se volvieron a separar, cuentan que aquellos niños se necesitaban desde antes de nacer y que sus almas necesitaban de la compañía del otro para poder reír y disfrutar.

Las malas lenguas no dejan de decir que ésto no es verdad, que son historias de viejas y que es imposible verlo en la realidad.

Aquellos que decidimos no dejar de soñar queremos creer que las almas a veces se buscan y si no se encuentran mueren en la soledad.

La suerte puede querer que encuentres lo que nunca dejaste de buscar e incluso a veces no lo puedes atrapar pero el camino de lo que somos no acaba en la muerte, hay algo más allá.

“El niño triste” encontró su sonrisa y se pudo completar. 

Espero que esta fábula sea real, prefiero soñar y no dejar de hacerlo mientras aún pueda respirar y cuando deje de hacerlo perderme en las cosas que llegue a desear.


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