Con la mochila cargada de mis buenas intenciones.
Paseo por estos bosques a descubrir.
En cada árbol un mensaje nuevo que leer.
Allí donde puedo respirar.
Caminando entre los más sabios del lugar.
De ellos aprendo mucho más.
Recojo lo valido y elimino lo demás.
Lo guardo como un tesoro natural.
La rabia la esquivo nada más.
Paseé entre el humo y no me dejé asfixiar.
Me quedé extasiado un poco nada más.
Caminé colocado y me llegó a gustar.
Entre de nuevo en la ciudad.
Encontré la decadencia al andar.
Entre chulos y golfas a evitar.
Golpeé para defender mi paz.
Pero el zen a veces se debe guardar.
Me encumbré en algo irreal.
Allí donde no se puede respirar.
Encontré mi lugar.
Donde nadie me joda en realidad.
No todo es hablar de amar.
Hay letras para poderlas quemar.
Y las que me hacen olvidar mi mal.
Hace mucho salí de la oscuridad.
En este bosque encontré mi paz.
Allí me quedo un poco más.
Esos arboles que se quedarán.
Seguirán en pie al tenernos que marchar.
Ellos como estas letras llegaran a perdurar.
Este es el momento clave.
Al llegar a la mitad y podernos valorar.
Y siempre encontrar una lucha más.
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